ENAMORARSE (Brevería).

Prenderse en el fuego de los quince, la frescura de los veinte, la templanza de los treinta… y mantenerlo al punto por siempre. Enamorarse, también, con la sorpresa de la madurez y el agradecimiento de la edad adulta; vivir con el deseo entregado a la voluntad del otro desde el inicio, o con el replanteo, tal vez, de una suerte establecida y la predisposición de una rutina mejor.

Ensimismarse en esos ojos que ya son tuyos, y por los que ves aún con mayor claridad; desear -como don Félix- que su cielo quepa en el espacio de tu infierno, y que su sonrisa provoque tu desmayo con tanta certidumbre como tu resurrección. Enamorarse es vivir. Y morir…

Porque sabes que la miras y mueres -dice don Mario- y peor que mueres si no la miras. Porque has decidido quitarle coraza al corazón y ofrecerle una tibia oportunidad; un empréstito que le permita sentir tan adolescente como eso sea posible. Y sabes que no lo es, pero se te olvida. Con ella, con él, se te olvida hasta tu nombre, cómo no tu sino y el gris. Solo tu amor permanece, e insiste ante la terquedad de la verdad más dulce.

Enamorarse con el nublado eterno del sol -don Gustavo Adolfo- y pensar que toda desgracia sucederá, sin duda, antes de que llegue el fin de la pasión, absurda muerte incluida. Se ama -te dices- con el alma, y esta es imperecedera como los sueños, como las ilusiones, como los recuerdos, y como lo fue ese rayo que te dejó estaqueado en mitad del patio -¡ay, don Julio!- y te meció al compás de un sentimiento tan cierto como increíble.

Tener la boca amarga -don Antonio- sin haber mordido, y aún más amarga tras su muerdo.

Esto es todo, llegó el amor, no es hora de pensar.

 

Esa diva no soy yo.

¿Todas somos divas…? ¡¡No, hija, no!!

Una diva, según la R.A.E. es: artista del mundo del espectáculo, espec. de cantante de ópera: Que goza de mucha fama. Frec. despect., referido a persona engreída. Teniendo en cuenta esto (y no la letra inverosímil de la cancioncita que se me pegó como chicle), a nuestra representante en Eurovisión no se le puede negar el adjetivo, pues concuerda con todo lo que ella misma se dice que es. Quien haya visto su rueda de prensa sabrá a qué me refiero, y es tontería repetirlo en esta humildísima página… 

Esto me recuerda a mí (tengo tantos años que cualquier cosa que pase me la puedo aplicar en pasado), porque hace ya un tiempo, en mi anterior etapa como juntaletras, alguien cercano me echó un rapapolvo sobre mi primera presentación literaria (La Flor contada), describiéndome como «esa señora que está detrás de una mesa, altiva, dándoselas de nosequé, cuando yo me he leído el libro y ni fu ni fa…» La opinión recibida fue extensa, cruel y despiadada, además de no pedida por mí, pero puede que algo de razón (en el fondo, que no en la forma) llevara. Me explico: quienes creamos algo, sea lo que sea, y la escritura no es cosa baladí en cuanto a criaturas paridas, nos solemos tomar muy en serio a nosotros mismos. Nos creemos «alguien», y esperamos que el resto nos escuche, nos vea, nos lea, nos premie, y nos compre. Hacemos un gran esfuerzo, y empleamos mucho tiempo (escribir un libro lleva una media de dos años, más las correcciones finales, la promoción, la búsqueda de editorial, los rechazos, las indiferencias, etc.) en el embarazo, observando no pocas veces que damos a luz en solitario, o -en el peor y más común de los casos- que parimos un absoluto fracaso. Tiempo, confianza, autoestima y trabajo perdidos.

Con cierta amargura me desligué de todo el mundillo literario, pues no era capaz de olvidar aquellas palabras («tu libro es invendible»), aquel último desastre editorial, el impago de mi último año de contrato, y la apuesta por una afición (solo yo lo veía como un empleo) que daba muchas más penas que glorias. Yo transmitía una imagen -según el opinante- de soberbia y arrogancia, y debía ser más humilde, pedir menos y regalar más…

Ahora, en esta segunda etapa, con un libro gratuito (¿a quién se le pide que regale sus criaturas?), y otro a punto de salir a la venta, las cosas se ven de otra manera: ya sé que no seré una escritora popular, ya mis aspiraciones no son ganarme la vida con las letras, ya he bajado mucho las expectativas y los peldaños, y ya -como dije comparando unas fotos- me río más. De mí y de todo. De la diva que parecía ser, y de las opiniones a cuchillo de la gente. Eso es lo que le ha faltado a la diosa Melody: tomarse algo menos en serio, reírse un poco más de sí misma (un puesto 24 es de chiste), sacar punta a un festival que es puro cachondeo, y bromear sobre lo injusta que es la vida, que no da ni para pelucas… Cuesta, ya lo creo que cuesta, pero es lo que realmente desarma al enemigo: tu madurez y tu confianza en ti misma/o. Eso sí: no me valen los «dientes-dientes», porque ahí no hay crecimiento personal alguno. Hay que hacer de tripas corazón, sonreír de verdad, con honestidad, reconocer el error, ejercer la autocrítica con humildad, y bajar un poco la barbilla… aunque el gesto señale las arrugas de un cuello que ya nadie podrá cortar. 

Esa diva que todos vimos, tan subida, tan sublime, tan perfecta, tan engreída, tan yo mi me conmigo, y tan wow… esa diva no soy yo, y me conformo con que quieras volver a esta página, pasar un ratillo entretenido de lectura, dejarme algún comentario si te apetece, y poco más. Cualquier idea que tengas sobre lo que te gustaría ver o leer por aquí, será tenida en cuenta, no lo dudes. Cualquier opinión también será leída -ahora ya sí- con una sonrisa.

Un abrazo desde el suelo.

Descubriendo a Manuel MirandaJ.

Los escritores desconocidos no solemos contar con mucha ayuda exterior, ni con mucho público asistente, ni -por supuesto- con  gente interesada en comprar nuestros libros (o tan siquiera en leer nuestros relatos), de modo que en escritopormarga iré destacando a aquellas exclusivas personas, valiosas por sí mismas, que con su colaboración desinteresada han contribuido a la promoción, difusión y venta de mi trabajo.

Inicio la propuesta con Manuel Miranda Jiménez, sevillano y sevillista, licenciado en Economía, y especialista en Marketing Digital. Trabaja desde su página manuelmirandaj.es, ayudando a los escritores y escritoras con sus libros, y ofreciendo servicios editoriales de todo tipo. Puedes verlo con más detalle haciendo clic AQUÍ. 

Recuerdo que también me hizo una entrevista bastante chula, hace ya tiempo (algunas cosas han cambiado), y que se puede curiosear por AQUÍ. 

Lector y comprador de mis novelas, reseñista en Amazon, no tuvo bastante con eso que además me concedió un ratito en su programa de radio (también ha pasado ya tiempo) NeoFM904, y que dejo justo AQUÍ .

 

¿Merece o no merece mi agradecimiento ad aeternum? Pues ya sabes: si eres escritor, escritora, estás pensando en autopublicar (la mejor opción actualmente), y no sabes cómo empezar, ponte en las sabias y leales manos de Manuel Miranda y comienza tu carrera. Siempre podrás contar con él.

Mil gracias, amigo.

 

¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!

Como dije ayer mismo, y aunque a veces cueste, quiero reírme un poco de aquella primera etapa juntando letras, de la que por lo menos aprendí bastante. Mi anécdota con el gurú Lain García Calvo es digna de meme, pero hasta ese punto aún no he evolucionado… Todavía tengo algo de amor propio.

Aunque una imagen ya no valga más que mil palabras, en el pasado sí lo hacía, y por eso te dejo esta fotito tan curiosa en la que se ve cómo el couch ahora millonario está firmando su autopublicado «La voz de tu alma» a punta pala, mientras yo me quedo sentada sin nadie que me saque a firmar… Menos mal que a las dos de la tarde le entró hambre y se fue a comer, no sin antes pasarme su plumífero por la cabeza, a modo de despedida. A partir de entonces pude vender un par de libros (ya no eran horas…).

Era mi oportunidad. Era mi día especial. Viajé desde Sevilla. Tenía todas las ilusiones puestas. ¡Era Sant Jordi, caramba! Y un tío como este, tan atento con las masas y tan desconsiderado con las personas, me aguó la fiesta (y eso que las botellas de agua almática de su tienda las vende vacías…).

P.S.: Mi recuerdo cariñoso para Vicente, Jordi y su mujer, amigos de Barcelona, que tuvieron la deferencia de visitarme en el estand aquel día. Ellos fueron la parte positiva, y siempre lo recordaré. ¡Feliz Día del Libro!

 

 

MANIFIESTO PERSONAL ATEO.

1. Mi posición ante la existencia
No creo en un dios, ni en un alma inmortal, ni en una vida más allá de esta. Y sin embargo, estoy aquí, despierta, viva, consciente.
No necesito certezas sobrenaturales para maravillarme con el misterio de estar viva. ¡Estoy a pesar de la improbabilidad!
Soy un instante en el universo, y eso me basta.

2. Sobre la vida y el presente
Vivir es breve.
Tal vez por eso cada momento tiene un valor que la eternidad no conoce.
El ahora no es un pasaje: es el hogar.
La belleza está en los detalles: una conversación, una mirada, un silencio compartido.
No tengo más que este presente, y ese es el auténtico regalo.

3. Sobre el amor, el vínculo y el legado
No necesito la promesa de un reencuentro eterno para amar profundamente.
El amor es real porque ocurre aquí, y deja huellas incluso cuando termina.
Vivir es tocar otras vidas, aunque sea de forma sutil.
Mi legado son mis hijas y mis libros. No encuentro otro más bonito.

4. Sobre la vejez, el cuerpo y el tiempo
Mi cuerpo cambia, se desgasta, se vuelve más lento. Pero también se vuelve más sabio.
Acepto la vejez como parte del viaje, no como una pérdida, sino como una transformación.
La soledad no da miedo cuando te gustas. Cuando confías en ti. Cuando te has preparado. La compañía no se exige; se gana.
Haré todo lo que esté en mi mano, sin artificios, para mantenerme sana, útil e independiente.
Y cuidaré mi ilusión como un fuego suave, incluso en la penumbra.

5. Sobre la muerte y el final
La muerte no es amiga ni enemiga, es parte del ciclo.
No iré a ningún lugar, pero tampoco me perderé: simplemente dejaré de estar. Viviré en el
recuerdo, durante un tiempo. Mis letras quedarán.
No tengo miedo de la inexistencia, porque «ahí» ya estuve antes de nacer.
Cuando llegue el final, quiero haber estado presente, haber amado, haber mirado al cielo con asombro.
Y poder decir: fue suficiente. He conocido la plenitud.

6. Mi forma de vivir con sentido
Vivir con sentido no es seguir un guion: es escribir el mío. Y a mí me gusta escribir…
No busco un propósito dado o ajeno, sino uno construido.
Agradezco cada día no porque me lo haya dado alguien, sino porque lo tengo.
Vivir es un regalo sin dueño ni deuda. No es un préstamo a devolver con intereses.
Vivo sin idolatrías. Sin temor de dioses creados para el consuelo. Tengo la valentía de aceptar la vida finita, sin más.

7. Sobre el asombro
No necesito milagros para sentirme maravillada, y no creo en ellos.
El universo, sus estrellas, el pensamiento humano, la risa, la música, el tacto, la ternura, y tantas otras cosas… son suficientes.
No creo en lo sagrado, pero sí en lo precioso.
Lo que está aquí, lo que puedo oír, ver, tocar, sentir y amar, ya me ofrece todo lo que necesito para asombrarme.

Y eso es una forma de eternidad en un instante.

MdC

Platero y yo. Mi experiencia.

Hoy te voy a hablar un poco del tema editorial, según mi experiencia. El pasado agosto de 2024 intenté publicar -por última vez- con una editorial sevillana, tras el fiasco con las dos editoriales mías anteriores (una de Madrid y otra de Barcelona), por no hablar de otras tantas empresas (llamarlas editoriales es demasiado cumplido), grandes y pequeñas a las que podría dedicar un libro gordo como el de Petete (que me autopublicaría, indefectiblemente). Fue la casualidad o la serendipia, lo que me acercó a Platero Editorial (o Platero CoolBooks, que es lo mismo), y aunque yo venía muy escéptica de entrada, al ver su buen proyecto, la apuesta por los nuevos autores sin coste por la edición, su cercanía geográfica para mí, la amabilidad que transmitía su editora en Instagram, y las buenas opiniones reseñadas, me dije: «esta va a ser». Por las que hilan, esta va a ser…

En su página hay un apartado titulado «¿Cómo puedes publicar tu obra?», explicándote los tres pasos que debes seguir como autor.  Luego, te indican cómo sigue el proceso: tras recibir tu manuscrito y demás datos personales, realizan una primera evaluación, y en el caso de que tu obra se considere un posible proyecto editorial, te enviarán un cuestionario para que lo rellenes, a fin de saber si -definitivamente-  publican el libro, o no. Es decir, que si te mandan el cuestionario, es porque ya han visto potencial en tu trabajo. Has pasado el primer examen (el único que debería importar).  Finalmente, una vez relleno el formulario, lo devuelves a la editorial y ellos deciden si todo está o.k., para sacar tu libro al público. Hasta ahí, todo genial.

Pues bien, yo envié el manuscrito, los datos, todo lo pedido, y recibí el cuestionario. ¡Eureka! -me dije, a pesar de la mucha experiencia acumulada en estas lides-. Esta va a ser -me repetí, ingenua-.  Y hete aquí que fui sincera, asertiva y honesta, y a la mayoría de preguntas del test -casi todas encaminadas a saber cuánta audiencia/seguidores/fanes/público/ventas tendría- dije la triste verdad*: estoy más sola que la que se perdió en la isla. Tengo 100 seguidores en Instagram, cero contactos, menos cero padrinos, ningún avalista, a la presentación iría mi madre,  y -además- les dije que pensaba que esa era labor editorial.  Si yo escribo, yo promociono, yo busco público y seguidores, y yo vendo… ¿para qué puñetas quiero una editorial? ¿Para darle la mayor parte del importe de cada libro? ¿Como imprenta? En fin, intuyendo que la burra me la iba a quedar yo (y no se iba a llamar Platera), les prometí dar de mí todo lo posible para mejorar esos seguimientos, y ese interés del público en el futuro libro. Me puse a su disposición sin reparos, pero respondiendo solo por mí, por nadie más. Ya he pasado por eso y no repito así me lo mande el médico…

¿Conclusión? Sin respuesta. Y eso que la reclamé, haciendo gala una vez más de ingenuidad (a la reclamación mintieron/contestaron diciendo que no habían recibido el cuestionario (¿?), que reenvié…). Pues sin respuesta una vez más. Esa fue mi experiencia, y aquí la dejo porque me resulta penoso que los autores valgan lo que sus seguidores, que la gente valga según lo que pueda o sepa vender, que la escritura sea lo menos importante, y que la hipocresía, el exhibicionismo en redes, y lo polémico que resultes, mande sobre todas las demás cuestiones en un formulario.

Y lo hago porque pocos autores se quejarán de estos tratos, pensando que no deben crearse enemistades ni en el infierno… Yo vengo de vuelta de todo ese teatro y puedo hablar con claridad. Y puedo probar todo lo dicho. Ya no busco imprentas, ni empresas, ni negocios con alto afán de lucro. Ya no permito que jueguen con mis ilusiones, y ya no mendigo la atención de nadie bajo presión. Estoy en mi segunda etapa…

«DEMENTALES» lo publicaré yo, con ayuda casera, por supuesto. Y «CONTARÉ HASTA DIEZ» lo regalo en este blog.  Un saludo a la empresa Platero, y un abrazo fuerte a ti que me has leído.

(*) En el cuestionario fui menos jocosa y más profesional. Pero la esencia era la misma.